Una torre fue mi cuna

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Antes que romanos, celtas (los vetones)

Es conocida la aparición de verracos de piedra en las cercanías de Alcaudete (en El Cortijo, Torrecilla de la Jara o en el Arroyo de los Frailes, por citar algunos). Pero qué significado se esconde bajo estas esculturas arropadas por la tierra durante miles de años.  La respuesta tiene nombre celta: los vetones.

Esta palabra, que proviene del plural latino vettōnes[1], hace referencia a un pueblo prerromano situado al este de la Lusitania, que ocupaba el territorio que desde Cáceres y Badajoz se extendía por las provincias de Salamanca, Ávila y Toledo[2].  En esta última, en función de estatuas de verracos y toros halladas; las inscripciones epigráficas de carácter religioso a deidades como Aricona o Ataecina (que reflejan menor influencia exterior sobre este pueblo céltico que sobre sus vecinos los carpetanos), y los testimonios de fuentes romanas o del propio Ptolomeo (que ubicaban a enclaves como Caesaróbriga, esto es,Talavera, en la Lusitania, mientras que a Toledo lo incluían en la provincia Citerior), se puede afirmar que la parte occidental de la provincia de Toledo sería el área de influencia vetona, mientras que en la zona este la ejercerían los carpetanos[3].

Es probable que estas estatuas estuviesen dotadas de más de un significado, en función del lugar en que se ubicaban[4]:

  • Su aparición sobre sepulturas refleja un uso funerario.
  • Otros símbolos (bandas en los brazuelos, cazoletas o el reducido tamaño de algunas figuras) indica su posible empleo para el culto. Esta función sacra y protectora podrían tener las figuras encontradas cerca de las murallas (castro de Cogotas en Ávila).
  • Las aparecidas en zonas de paisaje pastoril pudieron estar relacionadas con el control de los recursos para el alimento del ganado.

Esta manifestación cultural ha arraigado en la cultura hispánica desde la II Edad del Hierro (siglos V-III antes de Cristo, aproximadamente) hasta la actualidad. El toro citado en el Lazarillo se menciona ya en el fuero de Salamanca del siglo XIII, y los Toros de Guisando son citados por Cervantes en El Quijote, o por Lope de Vega en El mejor maestro, el tiempo[5].

Lo que sí está claro es que son el reflejo de una sociedad fundamentalmente ganadera (atribuible a la Hispania indoeuropea y céltica) en la que predominaba el ganado ovino y caprino, seguidos en importancia por bóvidos (vacuno), suidos (cerdos) equinos (caballerías) y otras especies como la gallina. La agricultura ocuparía un papel secundario en estas sociedades, por lo que es probable que la riqueza no se basara en la posesión de tierras, sino en las propiedades ganaderas[6]. Su organización social sería algo más compleja que la tribal, por lo que se trataría seguramente de jefaturas organizadas que permitirían núcleos de población permanentes con unos hábiles jinetes (que llegaron a ser empleados en la caballería romana), y que ya en el siglo IV empleaban el torno de alfarero, el horno de tiro variable, además de practicar el rito de la incineración para sus muertos[7].

Allá por los inicios de los 80, el profesor Jiménez de Gregorio indicaba la presencia céltica en el término de Alcaudete. Argumentaba que la presencia de factores como la abundancia de agua, los pastos, el bosque ya desaparecido y los numerosos caminos pudieron servir como foco de atracción. Las cañadas, cordeles o coladas podrían ser reflejo de la presencia celta en el valle sobre el que se asienta Alcaudete. Como refuerzo a esta hipótesis hace referencia al término de origen céltico Overo, así como al hallazgo de verracos en El Cortijo, Santa Paula y Gamito Alto y Bajo[8].

En tiempos más cercanos, César Pacheco en un recorrido por los restos arqueológicos situados en el entorno alcaudetano, se postulaba también por la influencia vetona en la Jara. Para el citado estudioso la presencia de verracos (que a su juicio podrían representar cerdos, toros u osos) es la manifestación por excelencia de este pueblo celta, estando vinculados con la actividad pastoril y la delimitación de pastos, en una forma de organizar el territorio por parte de los vetones. Apunta la posibilidad de que la presencia vetona no se restringiera a los castros en altura, sino que también pudieron existir poblados en llanura[9], lo que, unido al atractivo que ha supuesto a lo largo de la historia el asentamiento cerca del Jébalo, permite abrir la posibilidad de que no muy lejos del actual lugar en el que se ubica Alcaudete existiese alguna concentración humana anterior a la llegada de los romanos.

Mapa_2

Ilustración 1. Posible división de zonas de influencia entre vetones y carpetanos en la provincia de Toledo, en función de los verracos y toros de piedra encontrados. Los triángulos indican toros, mientras los círculos verracos. Fuente: González-Conde Puente, 1986, pág. 91.

 

[1]Diccionario en línea de la RAE: http://dle.rae.es/?id=biCJznT

[2]BENDALA GALÁN, Manuel, Tartesios, iberos y celtas. Pueblos, culturas y colonizadores de la Hispania antigua, Temas de hoy, Madrid, 2000, pág. 245.

[3]GONZÁLEZ-CONDE PUENTE, Mª Pilar, “Elementos para una delimitación entre vettones y carpetanos en la provincia de Toledo”, Lucentum. 1986, núm. V, pp. 87-93.

[4]Bendala Galán, M., ob. cit., 2000, pág. 270; SAN NICOLÁS PEDRAZ, Mª Pilar, “Los celtas en la península Ibérica en la II Edad del Hierro” en MENÉNDEZ FERNÁNDEZ, Mario (coord.), Prehistoria y Protohistoria de la península Ibérica, Vol. II, UNED, Madrid, pág. 533.

[5] San Nicolás Pedraz, ob. cit. 2007

[6]Bendala Galán, M., ob. cit., 2000, págs. 270-272.

[7]San Nicolás Pedraz, ob. cit. 2007, págs. 533-538.

[8]Jiménez de Gregorio, F. ob. cit., 1983, págs. 42-43.

[9]PACHECO JIMÉNEZ, César, “Alcaudete de la Jara: entorno arqueológico”, en Centenario. 100 años de villazgo (1911-2011), Excmo. Ayto. de Alcaudete de la Jara, Talavera de la Reina, 2011, págs. 18-19.